No por el día del maestro

La necesidad de querer y abrazar ha sido secuestrada por Hallmark y su invasión de tarjetas. Ahorramos tiempo y ni siquiera escribimos una pequeña nota dentro. Agradecer se ha vuelto una obligación, y no un sentimiento. Los hombres grises que Momo batalló han ganado la batalla: nos han robado el tiempo que disfrutábamos visitando a personas que nos han marcado, a nuestros mentores. Erradamente pensamos que el tiempo guardado lo podremos utilizar. Falso. “Tan segura está la muerte de su mano, que nos da la vida de ventaja”. Y en ese juego absurdo llamado vida, atesoramos cual comodín la carta del tiempo y nos sorprendemos con dolor cuando acaba el juego y nos queda el tiempo en la mano.

Hoy quiero por eso rendir, aunque tarde, homenaje a tres maestras espectaculares que me enseñaron a preguntar constantemente y además a dudar de las respuestas, maestras determinadas a regalarnos generosamente su conocimiento y orgullosas de vernos avanzar sin la inseguridad de quienes quieren siempre mantenerse arriba o adelante. Maestras que me empujaron a ser osada, irreverente y aventurera, pero no aceptaban la arrogancia y peor aún la vagancia. Hoy recuerdo a tres mujeres que me inspiran.

Recordar a Celia Zaldumbide evoca el temor de la primera impresión que sentías al conocerla. Sin embargo, ese miedo desaparecía para siempre cuando lograbas ver y entrar en su camuflado y tierno corazón de madre. Hoy llegan de todo el mundo varios de sus hijos a rendirle homenaje póstumo, pues no aceptó nunca nada en vida. Sus pianos cerrados seguro lloran aun su ausencia; y sus perros y nosotros extrañaremos siempre las mágicas tardes de whiskey y lo mejor de la música.

A Sandra Bernhard la secuestró un cáncer demasiado pronto y con su muerte saltaron cientos de epitafios y homenajes que demostraron que esa sensación de cercanía y amistad eran su talento. La lloramos muchos y el tiempo no borrará jamás ni su legado ni su risa.

Con estas dos lecciones: abrazar a la señora Keyes, mi maestra, quien me enamoró de la música, y el piano, que es un regalo que aún me da esta vida y lo tomo sin vergüenza cada vez que puedo robarle tiempo al tiempo. Porque la vida es mezquina y nos da una sola vida para vivirla y agradecer es lo mínimo que puedo hacer. Y que se ofenda Hallmark: no es un deber, es un derecho. A Celia Zaldumbide (1926- 2014), Sandra Bernhard (1955-2015) y la señora Keyes, quien espero llegue a los 100.

 

Chía Patiño, Directora Artística Ejecutiva

Julio, 2015

DESDEL TEATRO #114
About Chía Patiño

Stage Director and Composer, from 2009 to 2019 she was the Artistic and Executive Director of the Teatro Nacional Sucre in Quito, Ecuador.

UIA Talent Agency
850 Seventh Avenue, Suite #1003, New York, NY 10019

T 212.969.1797
F 646.349.5651

chia@chiapatino.com

Privacy Preference Center