El riesgo es que te guste

Antes que alguien pueda acusarme de plagiar el brillante logo colombiano -Colombia, el riesgo es que te quieras quedar-, seré yo la primera en admitir el parentesco, quizá incluso con alma de primos hermanos, del inicio de este editorial. Hace ya mucho tiempo que desistí de ser original y asumí que la creatividad no es otra cosa sino la influencia en uno de muchas mentes y de muchas gentes. Ser creativo agota y nos llena de dudas. Y es que buscamos la aceptación, aun cuando pretendamos que no nos importa. Y es que los creativos somos quisquillosos y pretenciosos, sensibles e impacientes, profundos y farristas, incomprendidos y necesarios.

Cerramos un “Encuentro de Cantautores” que deja olas por el intercambio rápido y honesto de ideas, por habernos expuesto a distintas maneras de expresar sentimientos y pensamientos, por generarnos responsabilidad sobre las acciones y las palabras. La frescura y sencillez de Lenine, el humor y corazón de Capella, la eterna profundidad y nostalgia de Feliú, la voz penetrante e inquisitiva de Dayna Kurtz (¡y esa falta de miedo de probar hasta los cevichochos!) y la fiesta en la plaza que vibró a pesar de la carrera Ultimas Noticias, a pesar del mundial, y mientras Alemania goleaba a Australia, nuestro público cantaba y sorteaba incluso la lluvia que soltó su primera gota con la primera nota de un ex Bacilos, Jorge Villamizar, que recordaba el olor a tabaco y Channel.

La luna se ha puesto roja, /hay almas en el altar/ los obispos se santiguan/ me van a excomulgar/ y todo por este beso, /que es la única verdad/ iría hasta el mismo infierno/ por medio minuto más (…), Christina Rosenvinge. Comparten sentimientos los cantautores y los poetas: los buenos, los malos, los triunfos, los miedos…pero comparten. Sin piel y en llanto a veces…pero comparten. Cerramos la tarde con la nostalgia infinita pero sonriente de Marta Gómez que al final puso a bailar a toda la plaza e incluso convenció al sol que se deje ver.

¡Esa es la fuerza del canto!

Disfrutamos todos, aprendimos de lo que funcionó, de lo que puede mejorar, incluso de una primera charla de medianoche en un café de la ciudad donde una despedida le robo el protagonismo al encuentro!

Nos quedan los recuerdos íntimos de artistas sencillos que se dejaron conocer y la puerta abierta para tantos autores y poetas ecuatorianos que apoyaron nuestra propuesta. He ahí uno de los grandes triunfos del encuentro, la hermandad sin temor a la competencia (que yo siempre considero sana) y el reto constante de inspirarnos más, exigirnos más, apuntar más alto, pulir nuestro arte y no jactarnos en lo casual, en otras palabras, trabajar, trabajar y trabajar. Es el riesgo del creativo: no saber cómo parar. Y a veces, como elefante en vitrina, quebrarnos dentro y quebrar el mundo por imaginar una flor.

Y es allí donde la bola regresa a tu cancha, estimado público: dejarse llevar por estos locos viajes, atreverse a “ir hasta el mismo infierno” (y a veces el cielo), escuchar hacia dentro y reconocer que a veces el riesgo, es que quieran sentir… el riesgo es que quieran amar… el riesgo… ¡es que te guste!

 

 

Chía Patiño, Directora Artística Ejecutiva

Julio, 2010

DESDE EL TEATRO #53