Quito, 16 de Agosto, 2019

El poder seduce…

reflexionando sobre el linchamiento al maestro Plácido Domingo.


Una de las lecciones más importantes y necesarias que existen, es aprender a decir que “no”, asumir nuestros errores y entenderlos. Parecería que hemos perdido esta batalla. No sé si la culpa la tiene Nancy Reagan con su iniciativa de “sólo di no,” en los ochenta: es difícil sólo decir que no. Empezamos a encontrar culpables, y nos convencimos que la culpa nunca era nuestra. Surgieron palabras técnicas y definiciones nuevas que exculpaban al mismo tiempo al niño y al profesor … la culpa había sido de un “déficit de atención”. Descubrimos responsables de nuestro aburrimiento, nuestra mediocridad, nuestro sobrepeso, nuestra ignorancia o nuestra intolerancia y respiramos aliviados al comprender que no éramos culpables. Nada es tan simple como “decir que no”, y así, perdimos la perspectiva. Nada tiene sólo un culpable ni una sola solución. “Decir que no” puede ser un gran comienzo.

#metoo tiene una importancia extrema y le dio forma al elefante blanco que siempre ha estado presente. Descubrimos que quienes tienen poder, lo usan para su beneficio. Pero olvidamos definir “el poder”, y asumimos que el único poder viene de esa línea vertical donde arriba está un jefe. #metoo no busca enseñar a voltear esa línea e igualar de manera horizantal las dinámicas. Con horror veo en El País que abre su menú con “Los Caídos” y lo vuelve parte de esta nueva cacería de brujas. Nada nuevo en esta historia que por razones siempre personales pero en nombre de la justicia busca y condena a “los culpables”. Siglos mas tarde hemos olvidado que nunca hubo bruj@s, pero conocemos que fueron innumerables l@s quemad@s.

Hemos una vez más perdido la perspectiva. Vivimos un momento hipócrita que con su lenguaje políticamente correcto esconde con definiciones barrocas las crudas verdades. Quien fue empujad@ a un camerino y obligad@ a tener sexo fue violad@, no fue acosad@. A quien le tomaron su mano y obligaron a manoseaer un miembro fue acosad@. En este punto, un gran saludo al #metoo. Pero quien, siendo por supuesto mayor de edad, vio la carnada y agarró el anzuelo y terminó en alguna cama o sofá es parte de un eterno juego de poderes. Porque no menospreciemos a la belleza por favor! La belleza es poder. Habrá quienes sólo cruzaron palabras, miradas o insinuaciones. Habrá quienes sacaron bienes o carreras, y quienes salieron sólo con la picardía y el placer del momento. El casino humano incluye el coqueteo eterno de las especies con “mejores o peores” resultados. Todos somos parte de este juego. Todos.

Estoy cansada de acusaciones que llegan treinta años más tarde, porque confunden la perspectiva y buscan, muchas veces con iras y de manera anónima, descubrir culpables y deslindarse de culpas propias. Es un acto de valentía hacer una acusación, lo admito, y a veces hasta necesario. El miedo es parte del trenzado humano; pero no encuentro valentía en algunas confusas acusaciones.

Valientes son los que viven el hoy y acusan hoy aunque arriesguen su trabajo o su carrera. Que asumen los riesgos y los viven. #metoo arriesga perder su razón de ser si ya no busca ni la igualdad ni la justicia. Lleva la antorcha para encender hogueras. Ahora tiene poder y cuando lo abusa, es parte del problema. Ya no guarda perspectivas. Ya no busca la paz, sólo la guerra. El poder lo ha seducido…