¡Cerramos los Miserables!

¡Cerramos Los Miserables!… Doscientas personas y pico moviendose al mismo tiempo, más de quinientos vestuarios, dos años de trabajo y concepción, un año de producción, seis meses de preparación musical, dos meses de preparación coral, seis semanas de ensayos escénicos, dos semanas de ensayos orquestales, una semana técnica, dos ensayos generales abiertos al público y, finalmente, cuatro funciones agotadas.

Lo que el público ve: luces, vestuario, escenografía, solistas y coros. Lo que ve sin necesariamente percibir la relevancia de su trabajo: nuestro Director Musical, los músicos de la orquesta en la fosa, las pianistas acompañantes y los técnicos, aquellos héroes esenciales para sostener el ritmo de esta obra.

El secreto mejor guardado: la Directora Coral que preparó a los cantantes en un intenso trabajo por perfeccionar musicalmente su afinación y dicción para empezar a matizar escénicamente el montaje.

A quienes aplaudimos sin conocer o entender por qué: los diseñadores de escenografía, vestuario, luces, sonido, maquillaje y peluquería, comúnmente reconocidos como “los pingüinos”, por su elegante entrada en frac al final de la obra.

Y tos grandes oficios invisibles sin cuyo apoyo y trabajo nada hubiese sido posible: los asistentes de dirección y jefes de piso, los sonidistas, los tramoyistas, los realizadores, los utileros, los soldadores, los pintores, los carpinteros, los productores, los administrativos, los financieros, los asesores legales, el departamento de comunicación con su campaña de diseño gráfico, audiovisual, relaciones públicas, marketing y fotografía, los choferes, el personal de seguridad, limpieza y logística, además de todas las personas que se involucraron en este montaje de una u otra generosa forma.

Sacar adelante una producción de este tamaño requiere de el compromiso de muchos y la satisfacción es inmensa mientras escribo estas lineas, a pocas horas de abrir las puertas para el estreno, con casa llena y boletos absolutamente agotados para todas las funciones, realidad que no deja de ser una profunda sorpresa y que nos obliga a seguir arriesgando y asumiendo retos.

Es maravilloso sentir el respaldo de un público que llega a ver una producción nacional. Porque si el público no llega, el artista no crea. Pedir cultura es fácil, pero hacerla es un proceso difícil con un sistema que parece oponerse a la creación. No existe una ley de cultura. No existe un sólido apoyo al artista que incentive la presentación o la exportación de un producto nacional. Tenemos un hueco vergonzoso que la ley ecuatoriana no atiende y que los artistas esperan, aunque deberíamos demandar.

Asistir a obras de alto riesgo y vuelo como Guodual, la primera creación de circo ecuatoriana comisionada por e[ Teatro Sánchez Aguilar, en Guayaquil y encontrar un teatro absurdamente vacío es una patada que asusta a quienes sueñan y financian, y corta las alas de quienes crean. Por todo esto empiezo julio no solo con ganas de descansar, sino con un agradecimiento infinito a todos aquellos que aportaron a una nueva producción de ta FTNS y también a Quito y a sus residentes, por venir a verla. ¡Continuamos soñando gracias a Ustedes!

 

Chía Patiño, Directora Artística – Ejecutiva

Julio, 2016

DESDEL TEATRO #126